UltraPirineu 2025

Cruzar la meta de 100k siempre es un reto, pero hacerlo en un día en el que físicamente estás tan deshecho dejará secuelas para un tiempo. Este fin de semana tocaba demostrarme que sin una causa mayor, podía acabar y cruzar la línea de meta de la carrera de casa. Ese era el primer objetivo. 


A principios de Agosto volví a entrenar a pie después de unos meses en el dique seco. Con cuatro semanas de impacto me presento a TDS con el objetivo de acabar, pero pese a lo corto del día, las sensaciones de ese día y semanas previas fueron brutales. Después de TDS y con el orgullo y la rodilla/cadera magulladas por una caída muy pronto en la carrera, pude retomar entrenos (no sin dolores) unos días después.

Quizás forcé un poco la vuelta a los entrenos, porque la rodilla parecía que me iba a explotar a partir de Prat d’Aguiló (km48). Pero con todo lo anterior, no sólo esperaba acabar sino que esperaba hacer un tiempo que se aproximara a mi mejor versión. Sabía que al 100% no estaba, pero me gusta competir y sentirme competitivo, pero cuando en la primera bajada ya ves que vas hecho un cromo con calambres, sabes que el día va a ser muy largo. En ningún momento pensé en abandonar. Bajé el ritmo, paraba a estirar y me lo tomé con calma en los primeros avituallamientos.



Cuando llegué a Prat d’Aguiló y con media carrera por delante, realmente no sabía cómo iba conseguir cruzar la meta. Me senté mirando a la cara norte del Cadí en un día radiante y me dije que valía la pena. La ultradistancia al final va de eso, de darlo todo en todas las circunstancias. Nadie puede esperar acabar una ultra sin problemas a resolver y la cabeza a menudo marca la diferencia entre llegar o no, o un buen resultado o una muy alejado de tus posibilidades.

Decidí continuar. Subiendo Pas de Gosolans me senté un par de veces y disfruté del día. Bajando hasta Gosol fue interminable y me tuve que recordar varias veces porque iba a continuar. Me encontré con @jaume con el que pasé unos minutos y aunque sin hablar nada del otro mundo, verle me ayudó a desconectar un poco.

La llegada a Gósol la pude hacer digna. Apreté los dientes y aguanté el dolor de la rodilla y los espamos de las piernas. Comí lo justo y cargue todo con un gran avituallamiento de @agusti (fichado para el próximo año)!

De Gósol salí corriendo con piernas renovadas y la mentalidad de que claramente iba a llegar a meta. Creo que incluso en mis mejores años, nunca había salido de aquí tan convencido de que acabaría la carrera. Y eso dió paso a 40km en los que pude ir intercalando la realidad de mi cuerpo, y la fuerza y ganas que tenía. A nivel energético estaba muy bien. Hay que decir que siempre corrí muy por debajo de mis ritmos y quizás eso ayudó, pero los geles y carbohidratos de @naak fueron un gran cambio respecto a lo que estaba utilizando anteriormente.



Total, que podía correr bastante rápido en alguno sitios y apenas podía caminar en otros (como en la bajada de Gresolet que no pude correr ni dos metros). A partir de Gresolet, los calambres que me habían estado acompañando todo el día desparecieron, el dolor muscular general también y sólo me quedaba la rodilla que pinchaba a rabiar. Ni tan mal.



Ese tramo pude hacerlo a tiempo de mis mejores días pero cuando llegué a Sant Jordi y tocaba bajar hasta meta, el cuádriceps izquierdo había roto bastantes fibras y me dolía mucho. Debajo del tupido bosque había bastante oscuridad y el sol ya estaba apunto de desaparecer. Me puse el frontal @fenix y empecé a andar con dolores. Después de un rato pensé que si me iba a doler andando y corriendo, al menos corriendo iba a llegar antes. Apreté los dientes y troté como pude.

Cuando llegué a la Via Nicolau y con la meta tan cerca, todo dolor desapareció. La mente sólo estaba pensando en la meta. Y corrí los últimos minutos como si me fuera la vida en ello.



Sufrí como hacía mucho tiempo que no sufría. Intenté ser positivo y llevar la mejor cara en todo momento, aunque sólo fuera una manera de autoengañarme. Y pese a todo eso, la disfruté restregándome en el barro y en la miseria de las ultras. En lo competitivo, siento tristeza por estar tan lejos del potencial que se que tengo. Tristeza porque esta carrera se me sigue resistiendo a un día 10 desde hace muchos años. Pero a la vez estoy tremendamente agradecido y feliz por cruzar la meta después de tirar y tirar en un día tan duro. Y pese a todo ese esfuerzo y dolor, haber conseguido encontrar la belleza en esos pequeños momentos durante una carrera así: un bonito paisaje, el sabor de algo que te gusta, la cara o sonrisa de un amigo, alguna conversación con otro corredor o simplemente el placer de llegar hasta el fondo del pozo del esfuerzo, y cavar aún más fondo para poder salir por el otro lado hasta ver la luz.



Llevo muchos años corriendo ultras y siempre aprendo algo. Ahora tengo ganas de volver a encontrar esa mejor versión en lo físico, porque mentalmente salgo de esta UltraPirineu con lo que necesitaba encontrar después de un año en lo que todo ha ido en contra, y aún así, puedo decir que salgo feliz.



Gracias a todos los ánimos y a los amigos y @runrockers que estuvisteis allí, a los corredores con los que compartimos instantes (perdonarme si no estuve lo más receptivo posible, estaba en mi propio infierno) y felicidades a todos los que os pusisteis en la línea de meta, llegarais o no. Suena a cliché, pero simplemente plantearse esto ya es una locura. Ahora toca pensar en como llegar mejor y disfrutarla más.



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